El motivo principal por el cual hemos escogido este tema, el autismo infantil, es por el cariño y la fascinación que sentimos por los niños y nuestra curiosidad por conocer sus actitudes tan diferentes y sorprendentes.
Decidimos centrarnos en aquellos que tienen grandes dificultades para relacionarse con los demás y se refugian en su complejo mundo tras un inexplicable y abrumador silencio, a los que se conoce con el nombre de autistas.
Realmente no sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Únicamente sabíamos que se trataba de un trastorno del desarrollo, y del cual todo el mundo había oído hablar, pero del que en verdad nadie sabía dar una definición exacta ni correcta.

Nuestro primer contacto con estos niños fue inesperado. Fuimos a visitar el centro de Bellaire, en Bellaterra. No sabíamos qué nos íbamos a encontrar ni qué íbamos a preguntar. Nos recibió la directora del centro, Dolores Fit, que nos hizo pasar al despacho. Le comentamos el motivo de nuestra visita, el trabajo de investigación obligatorio de segundo de bachillerato, y preguntamos por la ayuda que nos podía ofrecer, teniendo en cuenta que carecíamos de información.
Nos sugirió que nos documentáramos primeramente y nos informó de algunos libros sobre el autismo que nos ayudarían a conocer el trastorno.
Antes de irnos, preguntamos sobre la posibilidad de ver a los niños del centro, y nos contestó que por normativa interna del centro era prácticamente imposible.
Así que iniciamos nuestra marcha de vuelta a casa, tan desorientadas como habíamos venido. Pero al salir del centro nos encontramos con un grupo de niños de diferentes edades, acompañados por monitores, que iban de excursión y decidimos seguirlos.
Lo que nos llamó la atención de aquel grupo de niños fue la diferencia de edad que había entre ellos, y aunque la mayoría tenía un aspecto físico normal, su conducta era extraña.
El grupo se detuvo en un bosque cercano al centro. Observamos a lo lejos su comportamiento y tomamos apuntes. Este fue nuestro primer contacto.
A partir de ese momento nos inquietó la duda de si estos niños podrían llegar a integrarse en nuestro mundo algún día, y a raíz de eso elaboramos nuestra hipótesis:
“¿Puede un niño autista llegar a integrarse en la sociedad?”
Tuvimos la suerte de conocer a Lidia Vilarubias, educadora de niños con trastorno del espectro autista, en la Fundación Planeta Imaginario. Es en este centro donde practican la terapia conductual, en la cual nos hemos basado para verificar nuestra hipótesis.
Lidia nos proporcionó una idea más concreta de lo que es el autismo y nos comentó las posibilidades de investigación que teníamos a nuestro alcance.
Una vez documentadas decidimos estructurar el trabajo de la siguiente manera:
En la primera parte debíamos informar de los aspectos principales del autismo, empezando por una breve introducción compuesta por la definición del espectro autista, “trastorno que hace incapaces a los individuos que lo padecen de formar relaciones sociales normales o desarrollar una comunicación normal y como consecuencia, el niño puede resultar aislado del contacto humano y absorto en un mundo de actividades e intereses repetitivos y obsesivos”, la evolución de su estudio a través de la historia y las características de la conducta más comunes.
A continuación describimos la conducta autista y la variedad que engloba, debido al nivel de lenguaje, edad y posible discapacidad mental asociada que tuviera el niño.
Otro punto es el estudio de las causas, que hoy en día aún permanecen en investigación.
Para verificar si un niño es autista es imprescindible hacer un diagnóstico, éste nos
informará del nivel de profundidad del trastorno y así se podrá aplicar una terapia adecuada.
Es en la segunda parte del trabajo donde nos centramos en el proceso, a través del cual verificamos la hipótesis.
Presentamos las terapias más comunes que tratan los diferentes trastornos del desarrollo, como son la TEACCH, la Terapia Ocupacional, la Delfinoterapia, la Musicoterapia, la PECS, el Método Tomatis y la Conductual. En esta última nos hemos centrado, puesto que es la más efectiva.
Empezamos definiendo este tratamiento basándonos en el estudio LOVAAS, que es la raíz de esta terapia. Seguidamente explicamos los procedimientos terapéuticos y educativos de este tratamiento. Para demostrar que este método de modificación de conducta es efectivo, presentamos cuatro casos reales que lo han seguido y en los cuatro ha habido mejoras observables.
Hemos añadido al trabajo una serie de información adicional: un cuento para niños con autismo, una serie de preguntas muy interesantes sobre que diría un niño autista, una carta de una madre que escribe desde el punto de vista de su hija autista, otra carta que explica la experiencia de un adulto que es autista, diversas fotografías de niños con el trastorno y dos recortes periodísticos; en uno de ellos se verifica también nuestra hipótesis.
Gracias a todo este proceso hemos podido responder a nuestra hipótesis afirmativamente.
Por último debemos y queremos mostrar nuestro agradecimiento a aquellas personas que han prestado su ayuda y su tiempo para la realización de este trabajo.
Especialmente agradecemos a Lidia Vilarubias su paciencia y su dedicación a nosotras y a nuestro proyecto; también a nuestra tutora de este trabajo, Carmen Gómez, por el apoyo moral y su insistencia en el seguimiento y estructuración del trabajo. A todos ellos, ¡gracias!
Decidimos centrarnos en aquellos que tienen grandes dificultades para relacionarse con los demás y se refugian en su complejo mundo tras un inexplicable y abrumador silencio, a los que se conoce con el nombre de autistas.
Realmente no sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Únicamente sabíamos que se trataba de un trastorno del desarrollo, y del cual todo el mundo había oído hablar, pero del que en verdad nadie sabía dar una definición exacta ni correcta.

Nuestro primer contacto con estos niños fue inesperado. Fuimos a visitar el centro de Bellaire, en Bellaterra. No sabíamos qué nos íbamos a encontrar ni qué íbamos a preguntar. Nos recibió la directora del centro, Dolores Fit, que nos hizo pasar al despacho. Le comentamos el motivo de nuestra visita, el trabajo de investigación obligatorio de segundo de bachillerato, y preguntamos por la ayuda que nos podía ofrecer, teniendo en cuenta que carecíamos de información.
Nos sugirió que nos documentáramos primeramente y nos informó de algunos libros sobre el autismo que nos ayudarían a conocer el trastorno.
Antes de irnos, preguntamos sobre la posibilidad de ver a los niños del centro, y nos contestó que por normativa interna del centro era prácticamente imposible.
Así que iniciamos nuestra marcha de vuelta a casa, tan desorientadas como habíamos venido. Pero al salir del centro nos encontramos con un grupo de niños de diferentes edades, acompañados por monitores, que iban de excursión y decidimos seguirlos.
Lo que nos llamó la atención de aquel grupo de niños fue la diferencia de edad que había entre ellos, y aunque la mayoría tenía un aspecto físico normal, su conducta era extraña.
El grupo se detuvo en un bosque cercano al centro. Observamos a lo lejos su comportamiento y tomamos apuntes. Este fue nuestro primer contacto.
A partir de ese momento nos inquietó la duda de si estos niños podrían llegar a integrarse en nuestro mundo algún día, y a raíz de eso elaboramos nuestra hipótesis:
“¿Puede un niño autista llegar a integrarse en la sociedad?”
Tuvimos la suerte de conocer a Lidia Vilarubias, educadora de niños con trastorno del espectro autista, en la Fundación Planeta Imaginario. Es en este centro donde practican la terapia conductual, en la cual nos hemos basado para verificar nuestra hipótesis.
Lidia nos proporcionó una idea más concreta de lo que es el autismo y nos comentó las posibilidades de investigación que teníamos a nuestro alcance.
Una vez documentadas decidimos estructurar el trabajo de la siguiente manera:
En la primera parte debíamos informar de los aspectos principales del autismo, empezando por una breve introducción compuesta por la definición del espectro autista, “trastorno que hace incapaces a los individuos que lo padecen de formar relaciones sociales normales o desarrollar una comunicación normal y como consecuencia, el niño puede resultar aislado del contacto humano y absorto en un mundo de actividades e intereses repetitivos y obsesivos”, la evolución de su estudio a través de la historia y las características de la conducta más comunes.
A continuación describimos la conducta autista y la variedad que engloba, debido al nivel de lenguaje, edad y posible discapacidad mental asociada que tuviera el niño.
Otro punto es el estudio de las causas, que hoy en día aún permanecen en investigación.
Para verificar si un niño es autista es imprescindible hacer un diagnóstico, éste nos

Es en la segunda parte del trabajo donde nos centramos en el proceso, a través del cual verificamos la hipótesis.
Presentamos las terapias más comunes que tratan los diferentes trastornos del desarrollo, como son la TEACCH, la Terapia Ocupacional, la Delfinoterapia, la Musicoterapia, la PECS, el Método Tomatis y la Conductual. En esta última nos hemos centrado, puesto que es la más efectiva.
Empezamos definiendo este tratamiento basándonos en el estudio LOVAAS, que es la raíz de esta terapia. Seguidamente explicamos los procedimientos terapéuticos y educativos de este tratamiento. Para demostrar que este método de modificación de conducta es efectivo, presentamos cuatro casos reales que lo han seguido y en los cuatro ha habido mejoras observables.
Hemos añadido al trabajo una serie de información adicional: un cuento para niños con autismo, una serie de preguntas muy interesantes sobre que diría un niño autista, una carta de una madre que escribe desde el punto de vista de su hija autista, otra carta que explica la experiencia de un adulto que es autista, diversas fotografías de niños con el trastorno y dos recortes periodísticos; en uno de ellos se verifica también nuestra hipótesis.
Gracias a todo este proceso hemos podido responder a nuestra hipótesis afirmativamente.
Por último debemos y queremos mostrar nuestro agradecimiento a aquellas personas que han prestado su ayuda y su tiempo para la realización de este trabajo.
Especialmente agradecemos a Lidia Vilarubias su paciencia y su dedicación a nosotras y a nuestro proyecto; también a nuestra tutora de este trabajo, Carmen Gómez, por el apoyo moral y su insistencia en el seguimiento y estructuración del trabajo. A todos ellos, ¡gracias!